sábado, agosto 05, 2006

Ingobernabilidad

" Pus, órale, váyanle midiendo. Pus, órale, abran los ojos y cierren las carteras, intelectuales de cargada. No nos vamos a dejar y no nos vamos a mover. Y háganle como quieran. Puus, na´mas nos dan risa. Puus, no vamos a aceptar un presidente espurio. Nosotros sí luchamos por la justicia y la democracia. Pus, yaa; váyanle midiendo. Si quieren violencia, violencia tendrán. El Tribunal concede lo que demandamos o aquí nos quedamos". Véanse las notas relacionadas con las declaraciones de Marcelo Ebrard, López Obrador y hasta de Pablo Gómez.

Este es el lenguaje de gángster de los principales dirigentes de la coalición Por el Bien de Todos. "La cargada, la cartera" y el reto al uso de la violencia son los temas. Es ya el modelo Oaxaca en acción en la capital del país. Plantón, toma de calles, toma de edificios particulares, asambleas informativas en trance de convertirse en Asambleas Permanentes del Pueblo. Esto por ahora. Los siguientes pasos ya están diseñados; ya fueron mostrados en Oaxaca.

El PRD y la coalición están actuando con la lógica de ascender a los extremos. Sobre la base de lo formalmente solicitado al Tribunal: "No darle validez a la elección y no hacer declaratoria de presidente electo".

Como esto suena algo extremo, entonces, simulemos, hay que señalar "el fraude gigantesco" cometido por los ciudadanos responsables de contar los votos y por los funcionarios que operaron en el IFE. Usando quizás "una alteración del sistema, de cómputo... recurso que... no es detectable a simple vista". Es, ¡ayy nanita!, el algoritmo en acción. Y dar una sola y espléndida consigna: "Voto por voto y casilla por casilla", recuento total. Y, listo, "se revisó el proceso hasta dejarlo libre de toda duda".

Leo con respeto y cuidado la carta firmada por cientos de personas "miembros de la comunidad artística y cultural del país", gente a la que valoro y, a muchos de ellos, estimo hasta por su trato personal. Y ahí se dice: "Los argumentos legalistas no tienen lugar ante una situación que pone en juego, hoy como nunca, la legitimidad de quien habrá de gobernar a los mexicanos durante los próximos seis años". ¡Ajá!, los argumentos legalistas no tienen lugar. Discrepo de esta posición.

Veamos un "argumento legalista". Frente al "recuento voto por voto" aquí comento: no se impugnaron en forma alguna los resultados de 70 de los 300 distritos electorales. El conteo en esos 70 distritos es definitivo. E inatacable. No hay causa ni motivo jurídico o políticamente válido para el recuento de votos en ellos. ¿Cuál es la razón para llevar adelante un recuento en estos 70 distritos? ¿Por qué violar la ley? Y ofender a todos los ciudadanos, sin excepción, que participaron en el proceso electoral en estos distritos. Ellos "se portaron bien" y no lo dice cualquiera; lo afirma la coalición.

¡Bah! es sólo un argumento legalista; ¿o mi cartera se abulta con este razonamiento? O en forma más simple: ¿"Ya le voy midiendo" para la hora de enfrentar a Ebrad y sus Panteras y Panchos Villa? Son hoy el núcleo de las SA; llegará la hora de crear las SS. "Ahí le haces como quieras; aquí no hay negociación, sólo se acepta el recuento voto por voto. Y ahí se ven con sus argumentos legalistas".

Respetar la Constitución; ¿respetar la ley y los códigos? ¿Esto es un "argumento legalista"? Porque durante décadas muchos exigimos exactamente eso sobre la base de una posición de rebeldía política, incluso radical, frente a las autoridades, las cuales se burlaban de nuestros derechos. De la Constitución, las leyes y sus códigos. Ellos, "el gobierno, el Estado, el sistema" violaban la ley. Y nosotros, legalistas, exigíamos respeto. ¿Eso ya cambió? Quizás porque hoy "la situación" pone en juego la legitimidad del próximo presidente de la República. En opinión de muchas personas respetadas y respetables.

Veamos: este sábado el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, podría decidir abrir el total de las casillas en los 300 distritos electorales. Y, aun cuando me parecería infundada su decisión, la respetaría. Pero podría decidir abrir todas las casillas en sólo 173 distritos electorales donde habría algún tipo de irregularidad. O abrir muchas casillas de algunos de esos 173 distritos. ¿Una decisión de este tipo pondría en juego la legitimidad del próximo presidente de la República? ¿En función de cuáles argumentos jurídicos o políticos? Se "limpió la elección" hasta mucho más allá de los criterios estrictos de la ley; mucho más allá de los "legalismos". ¿Por qué afirmar desde ahora que la legitimidad está en juego? ¿Por qué frente a irregularidades particulares, errores o diferencias específicas en casillas o hasta distritos, se aplicó la ley con un espíritu abierto y voluntad positiva?

¿O sólo porque no se realizó el conteo de "voto por voto y casilla por casilla", como paso previo para declarar la invalidez de la elección y la imposibilidad de emitir declaración de presidente electo? Es decir, porque no se decidió lo que buscan López Obrador y el PRD.

Ahora muchos ciudadanos tenemos el pleno derecho a preguntar: ¿si el Tribunal Electoral determina otra cosa de no ser el recuento total de los votos, ustedes, quienes firmaron en apoyo a esa demanda, aceptarán esa decisión? O se van a sumar al modelo Oaxaca, el que -ahora sí- conduce a la violenta ingobernabilidad y la posibilidad concreta del asalto del poder. Porque si no se aceptan las reglas del Gran Juego, conocidas y aprobadas de antemano, aquí alguien está haciendo trampa. Y entonces la "legitimidad" del próximo presidente tiene nombres y apellidos. Y sólo se aceptan esos nombres y apellidos. Cuando Andrés Manuel López Obrador obtuvo el voto de 35 % de los electores y no el "de la mayoría". Y, es cierto, Calderón obtuvo también 35% de la votación. Más, contamos hasta hoy, unos 240 mil votos. No son muchos; pero son 239 mil 999 más de los necesarios para ganar una elección. ¿Eso es legalismo?

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