El temido Francisco Gil Díaz, reputado como hombre de acero inoxidable, está mostrando cómo se puede abollar su casco
E l 2 de enero de este año, Francisco Gil Díaz se metió en un embrollo que quizás sólo se puede explicar en la personalidad del ex funcionario. Un comunicado de HSBC, el banco global de Hong Kong, informó que a partir de ese día Gil Díaz fungiría como consejero independiente del Consejo de Administración de la institución. A 32 días de haber dejado de ser secretario de Hacienda, quien vigilaba a los bancos se convirtió en empleado de uno de ellos. Como todo el mundo, menos él y HSBC, se lo hubiera imaginado, estalló un escándalo por presunto conflicto de interés.
Tantas lagunas legales existentes le podrían permitir salir a flote de ese lío, aun pese a su laxitud ética, pero no ha sido así. Su sensibilidad paquidérmica provocó que una cadena de acusaciones, algunas públicas, muchas privadas, comenzaran a caer contra quien se desempeñó de una forma tácita como presidente adjunto para asuntos económicos en el gobierno de Vicente Fox.
El comunicado de HSBC volvió a abrir una profunda herida. Este banco multinacional adquirió en 2002 al Grupo Bital, que dirigían Antonio del Valle y Jaime Ruiz Sacristán, hermano del secretario de Comunicaciones y Transportes en la administración zedillista, mediante una operación excepcional: la bursatilización de sus acciones. Es decir, para evitar pagar impuestos, la Secretaría de Hacienda, que encabezaba Gil Díaz, autorizó que la venta de Bital se concretara antes de que abriera la Bolsa Mexicana de Valores.
O sea, si teóricamente era posible que cualquier persona, al momento de iniciar las operaciones en el mercado de valores, pudiera comprar acciones del banco en venta, en realidad era imposible: al abrirse la jornada bursátil, el banco ya era propiedad de HSBC y sus anteriores propietarios ahorraron mil 500 millones de dólares que debían de haber sido pagados al fisco. Un año antes, Gil Díaz autorizó lo mismo a Citibank, con lo cual los dueños de Banamex, que fue puesto en venta bajo el mismo método, dejaron de pagar 4 mil millones de dólares al fisco.
Siempre se ha argumentado que no hubo nada ilegal en esas operaciones, lo cual no ha impedido señalar a las autoridades financieras, particularmente a Gil Díaz, de haber encabezado un proceso ilegítimo. Aún más cuando los dueños de Banamex, en particular su principal accionista Roberto Hernández, lo tenían como empleado en Avantel, empresa telefónica propiedad del banco, de donde saltó a la cartera de Hacienda, designado por el presidente Fox, quien había recibido fondos de Hernández para su campaña electoral.
Pero sí hay razones para presumir un fraude a la ley por parte de Gil Díaz, de acuerdo con ex funcionarios en el gobierno del presidente Ernesto Zedillo. La clave se encuentra en una operación financiera que le fue planteada años atrás a Zedillo, que tomando como referencia la venta de Gamesa a Pepsico, idéntica a la de Banamex y Bital, ordenó una reunión de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) para que establecieran un criterio que impidiera evasión disfrazada de impuestos.
La lógica de Zedillo era, según un ex funcionario de su gobierno, que no se podía permitir un intercambio en la bolsa con el único objetivo de evitar impacto fiscal. De esa manera, subsiguientes operaciones similares a la de Gamesa -pues el criterio era general y no dirigido en específico a ningún sector- no consiguieron beneficios fiscales. A la llegada del gobierno de Fox las cosas cambiaron, discreta pero radicalmente. De nuevo se convocó a una reunión de la CNBV, en la que no estuvo Guillermo Ortiz -que había participado en la anterior como secretario de Hacienda- en su calidad de gobernador del Banco de México, donde se revirtió en 180 grados el criterio.
El financiero de Fox y los patrones de Gil Díaz resultaron enormemente beneficiados por la nueva disposición, de la cual también lucraron los dueños de Bital en su momento. Citibank -la operación financiera la hizo otro ex subsecretario de Hacienda zedillista, Martín Werner, especialista de Goldman Sachs- se quedó con Banamex y HSBC, el nuevo patrón de Gil Díaz, con Bital.
Como hipótesis de trabajo, se puede presumir que lo que hizo el ex secretario de Hacienda, con la responsabilidad compartida del ex presidente Fox, es un fraude a la ley. El nuevo criterio de la CNBV fue como un traje a la medida para los bancos extranjeros. Para comprar las acciones se necesitaba la autorización de la Secretaría de Hacienda, lo que se realizó por instrucciones -no se necesita una circular, sino se encuentra entre sus funciones irrevocables- del titular.
Podrá alegar que se mantuvieron dentro de los márgenes de la ley, pero tendrá que explicar por qué se fueron cambiando los procedimientos legales. Este campo parece un área de especialización a lo largo de la carrera de Gil Díaz. Como lo mostró una serie de reportajes de la periodista Carolina Rocha publicados esta semana en EL UNIVERSAL, regulaciones a la medida y conflictos de interés han marcado su paso por la administración pública.
Rocha detalló la opacidad en las aduanas, desmenuzando el Sistema Automatizado Aduanero Integral, operado por la empresa Integradora de Servicios Operativos, SA (ISOSA), de la cual es presuntamente socio el propio ex secretario, y la forma como fue beneficiando a lo largo de los años a sus familiares con agencias aduanales, colocándolo en el umbral de una violación a la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos.
ISOSA y la corrupción en las aduanas persiguieron inútilmente a Gil Díaz a lo largo del sexenio pasado. Sin embargo, la torpeza política de Gil Díaz no sólo lo metió inesperadamente en la construcción del proceso de legitimidad del nuevo gobierno de Felipe Calderón, sino que le introdujo presiones para que se atienda el caso.
El Congreso reaccionó al nombramiento en HSBC y a los reportajes en diversos diarios con peticiones de investigación. En paralelo, la Secretaría de la Función Pública ya inició una investigación sobre Gil Díaz y realizará auditorías preliminares sobre aspectos específicos de su gestión. De acuerdo con funcionarios federales, lo que se ha hecho público es apenas una fracción de las denuncias que se han recibido en contra de Gil Díaz durante las últimas semanas, particularmente en el área de aduanas en el aeropuerto internacional de la ciudad de México.
Gil Díaz ya puso a sus abogados a trabajar y comenzará en breve una batalla en el campo legal. Increíble. Al afamado fiscal hacendario con mano de hierro se le encontró el talón de Aquiles. Por atrás, por descuidado, por arrogante. Si incurrió en una ilegalidad, la autoridad tendrá que determinarlo. Lo que sí está claro es que su sabático post sexenal se convertirá en pesadilla.
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