Detrás del escándalo de la ´megabiblioteca´, un nuevo conflicto con los incondicionales de AMLO se cocina contra el presidente Calderón
Una bomba política está a punto de explotar ante los ojos de todos, y donde muchos no se han dado cuenta. Se encuentra en uno de los ámbitos menos visibles, pero de los más politizados por el activismo de las bases ante el elitismo de las cúpulas que tienen muy aceitado un añejo sistema de prebendas y privilegios. Se trata, por supuesto, del campo de la cultura, donde el director de Conaculta y máximo representante federal en la materia, Sergio Vela, ya metió al gobierno de Felipe Calderón no sólo en honduras, sino en un callejón donde se va a encontrar con su némesis, Andrés Manuel López Obrador.
El conflicto comenzó con las denuncias en torno a la Biblioteca José Vasconcelos, mejor conocida como la megabiblioteca, la máxima obra del ex presidente Vicente Fox y de su neurona anexa, Marta Sahagún, que se empecinaron en inaugurarla antes que terminara el sexenio, aunque cuatro meses después se tuviera que cerrar para terminar su construcción. Siguió con el escándalo de la autorización de sus instalaciones para un catálogo de una tienda departamental. Y ahora va rumbo a insertarse en el tradicional verano caliente, el de las negociaciones salariales con los sindicatos magisteriales.
El detonante lo activó el diputado perredista y pieza de López Obrador en el Congreso Alfonso Suárez del Real, quien presentó dos denuncias en la Secretaría de la Función Pública en contra del ex director de la biblioteca, Jorge von Ziegler, por permitir la celebración de un banquete de despedida al ex director del Canal 11 y protegido de la señora Sahagún, Julio di Bella, y del hasta muy recientemente director general de Bibliotecas de Conaculta, Saúl Juárez, por haber accedido que se prestara a una tienda departamental para una sesión fotográfica para su ropa de temporada. Juárez renunció al cargo hace unos días después de negarse a la pretensión de Vela que asumiera toda la culpa, aunque en realidad la solicitud fue autorizada por Von Ziegler y ratificada por el actual director de la megabiblioteca Ignacio Padilla, a quien mantuvo en el puesto.
Vela, que pertenece al grupo de los mandarines de la cultura en México, que son los núcleos de intelectuales que se han apropiado por décadas de ella y a través de las cúpulas impedido la renovación libre de creadores, trató de realizar un rápido control de daños con la renuncia, a presión, de Juárez. Los intelectuales, muchos de ellos defensores de Conaculta porque bajo su estructura medran, presionan, chantajean o imponen nombramientos, han estado callados. Nada debe sorprender de ellos, pero esto no significa que el episodio se cerró. Simplemente se trasladó de ámbito, al político-salarial.
Después de la denuncia empezó la movilización de los sindicatos culturales. Suárez del Real, que es vicecoordinador perredista en San Lázaro, se reunió con las delegaciones sindicales de Conaculta, y otro diputado perredista, José Antonio Almazán, los asesoró en acciones. La semana pasada tomaron un edificio de Conaculta, que motivó a Vela a pedir que la policía federal los desalojara. Cuando esto sucedió, los sindicalistas se trasladaron al edificio del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, que depende del mismo organismo, y la consigna federal fue ya no desalojarlos. El gobierno cree que los sindicalistas que están ahí saldrán de esa instalación en unos días, pero no como retiro, sino como estrategia. Conforme pasen las semanas, estiman las autoridades, irán tomando y desalojando diversas instalaciones culturales, al tiempo de ir empatando, en beligerancia creciente, con los tiempos críticos de las negociaciones salariales con el magisterio.
El affaire de la megabiblioteca ha servido como transbordador para un choque político de mayor envergadura. Las condiciones, no hay que soslayar, están creadas. La Secretaría de Educación Pública, de quien depende Conaculta, ya inició las negociaciones salariales con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, cuyos resultados, como cada año, serán anunciados hacia el 15 de mayo. Pero cada mayo, desde hace tres décadas, los sindicatos marchan como forma de presión salarial, y algunas secciones, como la 22 de Oaxaca que pertenece a la disidencia integrada en la Coordinadora magisterial, tiene como hábito realizar un plantón en el centro de la capital oaxaqueña. El del año pasado duró casi ocho meses y se contaminó con otras fuerzas políticas que siguen exigiendo la destitución del gobernador Ulises Ruiz.
Para todos ellos habrá combustible de sobra. Los sindicatos culturales, si bien hoy en día no se encuentran en su mejor momento de cohesión, siguen siendo de los más politizados de todo el magisterio. Incorporados a la Sección 11 de la Coordinadora, en ella se concentran los sindicatos de Bellas Artes, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Mexicano del Cine, con fuertes conexiones con el de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, que ha sido la institución que albergó oficialmente al subcomandante Marcos cuando realizó sus zapatours.
La Sección 11 ha ido perdiendo peso cada año, pero como sucede en las movilizaciones políticas de alta beligerancia contra el gobierno federal, rápidamente se establecen alianzas tácticas con otros grupos como el del movimiento Francisco Villa, mejor conocido como Los Panchos Villas, y las células del Consejo General de Huelga de la UNAM, que sin importar el tamaño microscópico de sus contingentes, son enormemente combativos, activos y decididos. La Sección 9 de la Coordinadora, que también opera en el Distrito Federal, aún no se ha incorporado a las primeras movilizaciones, pero una vez ya avanzadas, difícilmente se mantendrá al margen, siendo uno de los componentes más duros del magisterio nacional, vinculada a los grupos radicales del lopezobradorismo, y que ha dado cobijo logístico en el pasado al EZLN y al EPR.
Por ahora, la estrategia no ha incorporado nueva sangre al movimiento. Tampoco la necesitan en este momento. La Sección 11 tiene, como un estímulo adicional en su lucha contra los mandarines de la cultura, una larga historia de rechazo a actitudes autoritarias de varios de los funcionarios de Conaculta, como el caso de otra protegida de Vela, Teresa Franco, que después de una tensa gestión como directora de Bellas Artes en el foxismo, colocó en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Los errores en Conaculta abrieron un inesperado frente de guerra política al gobierno de Calderón frente a los sectores más radicales vinculados a López Obrador, que ha encontrado un punto vulnerable y agregador de fuerzas en las torpezas de los mandarines de la política nacional. La suma de un abuso gubernamental, más la coyuntura de conflicto magisterial y un eventual ajuste de cuentas político de López Obrador contra los intelectuales atisban lo que puede ser un verano totalmente inesperado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario