viernes, junio 09, 2006

Oaxaca: ¿y el gobernador?

La crisis magisterial que se está viviendo en el estado de Oaxaca adquiere dimensiones indeseables, por obra de una representación sindical que amenaza con radicalizar su movimiento y por la del gobierno estatal, encabezado por Ulises Ruiz, que parece no tener intenciones de atender a los maestros, o que pareciera querer que el conflicto se alargue o endosarlo a la Federación, todo lo cual es inaceptable.
El paro de labores de 70 mil maestros de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que dura ya 18 días y tiene sin clases a un millón 400 mil alumnos del estado, tiene como exigencia principal rezonificar a los maestros de Oaxaca, para que sus sueldos se eleven.
Esta petición, que ciertamente exige a la entidad recursos adicionales, tiene sin embargo que ser evaluada de manera concienzuda, y no solamente rechazada por la vía de los oídos sordos, porque esto va exacerbando el movimiento y generando presiones innecesarias que un trabajo político de altura y de concertación podrían conjurar o llevar por vías de no confrontación.
El actual es el peor de los momentos para dejar crecer los problemas sociales, en vista de que el proceso electoral todo lo permea, por lo que sería muy irresponsable de parte de la casa de gobierno oaxaqueña permitir que el país tenga un elemento más de desazón con un conflicto de esta naturaleza, cuando lo que el país requiere es trabajar con unidad y tranquilidad.
Queda claro que el problema magisterial en Oaxaca es un asunto estatal, que debe resolverse allá mismo y para ello se requiere de la buena voluntad de los mentores, pero sobre todo del cumplimiento de la responsabilidad que en esto tiene el gobernador estatal.
Por lo que respecta al magisterio de la entidad, cabe señalar que, independientemente de la legitimidad de sus peticiones, éste es corresponsable de que una demanda local no sea causa de intranquilidad nacional. Trasladar el conflicto fuera de su espacio natural sería un motivo de intranquilidad nacional, como si ésto se estuviera buscando.
No se valdría que fuerzas políticas, internas o externas al magisterio, utilizaran esta lucha por reivindicaciones laborales en una confrontación que nada tiene que ver con los maestros. Los mentores son inteligentes y sabrán en qué momento termina su lucha, y en qué momento los colocan en otra que no es la suya.
Es necesario que la crisis del magisterio oaxaqueño se resuelva mediante el diálogo y la negociación; mediante lo justo y dentro de la ley; con ambas partes sentadas en la mesa, haciendo números sobre la viabilidad de las demandas y la forma de encontrar soluciones alternas a la misma.
Nadie, ni el gobernador Ulises Ruiz ni los maestros pueden apelar a la cerrazón y a la estrategia del todo o nada, porque eso sería ir en contra de la lógica política que debe guiar sus acciones.
El problema de los maestros de Oaxaca debe solucionarse pronto, y esta es una responsabilidad exclusiva del gobernador del estado. No hacerlo significaría debilidad o mala intención.

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