miércoles, noviembre 30, 2005

La frontera de Bush


Ayer, en El Paso, Texas, el presidente estadounidense, George W. Bush, quien ha tenido una posición oscilante en lo respecta a un acuerdo migratorio bilateral con México, calificó la franja fronteriza entre los dos países como una zona peligrosa en la que los agentes migratorios arriesgan día tras día su vida.
Sin embargo, las cifras disponibles revelan que son cientos de mexicanos quienes mueren anualmente en su afán de llegar a Estados Unidos, ahogados, deshidratados, accidentados e inclusive asesinados por aquellos criminales que no entienden, ni quieren entender, las complejidades de este problema social, económico, político y humanitario.
El señor Bush anunció, asimismo, medidas para endurecer la contención de personas, que incluyen el levantamiento de mallas en zonas urbanas sin división física visible, y barreras que impidan el tránsito de vehículos en zonas rurales.
Todas las fronteras del mundo son puntos de contacto y, con frecuencia, de fricción, pero ante todo son cercanías que ofrecen una inconmensurable serie de oportunidades de cooperación internacional y de intercambios alentadores entre los países.
México y Estados Unidos abundan en ejemplos de colaboración fronteriza, en lo que corresponde al uso del agua, la seguridad nacional, el comercio, la economía, las finanzas, el turismo y las inversiones. Los beneficios llegan a los habitantes de ambos lados de la frontera, donde hay una población conjunta de cinco millones que constituyen una región sui géneris.
Bush, que ha descendido notablemente en el reconocimiento público por su Presidencia, busca congraciarse con los sectores que le han retirado su apoyo, y distraer la atención de cuestiones tan controvertidas como su política en el Medio Oriente y las consecuencias inevitables en la economía nacional.
El problema de los trabajadores migratorios es tanto de Estados Unidos como de México. Por eso Bush tuvo la precaución de deslindar al inmigrante regular, "el alma inocente que viene a trabajar", que no es un riesgo para la nación, junto al narcotraficante, "que viene dispuesto a todo".
Sin embargo, no hay que ser muy perspicaz para entender que la medida está dirigida principalmente contra los trabajadores migratorios, que son los usuarios de las rutas escogidas para endurecer la frontera.
El senador Ted Kennedy había conducido la elaboración de un documento básico para el acuerdo migratorio, que consideraba trabajadores temporales, y que había sido visto con interés en los dos lados de la frontera. Porque una cosa es clara para nosotros: sólo un acuerdo bilateral es aceptable y tiene posibilidades de prosperar.
Hasta ahora encaramos las consecuencias de un problema de mayor hondura: el de la gran desigualdad económica. Con todo, los mexicanos se han incorporado hábilmente a la economía norteamericana y han contribuido a su crecimiento. Estados Unidos provee empleos, pero México aporta mano de obra que se califica rápidamente.
La migración requiere una consideración humanitaria, solidaria, ejemplar, que sirva de norma en todas las muchas partes del mundo donde se da.
El presidente George W. Bush, hijo de presidente y miembro de una familia multimillonaria, está en posición de enfrentar el problema de ese modo, como jefe de Estado de la más grande potencia del mundo actual y quien junto a sus privilegios tiene también responsabilidades sociales mayores: el respeto y la consideración acordada con México, respecto de los trabajadores migratorios es una de ellas.

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