La semana pasada, el presidente Bush se refirió una vez más a su propuesta migratoria que, aunque contiene la misma oferta que presentara en vísperas de su reelección y con la cual buscó el voto hispano, es decir, un programa de trabajadores huéspedes, de naturaleza temporal y sin posibilidades de garantizar algún tipo de regularización permanente, incluye algunos elementos que la endurecen.
Escogió como escenarios para su presentación dos ciudades fronterizas: El Paso y Tucson. Sin dejar de reconocer la necesidad que la economía estadounidense tiene de mano de obra adicional -y para probarlo está el caso de la reconstrucción de Nueva Orleáns a cargo de trabajadores migratorios mexicanos que lamentablemente enfrentan actitudes discriminatorias, propiciadas incluso por el alcalde de esa ciudad, que no sólo son injustas sino irreales, pues la verdad es que buena parte de la población de la zona que salió huyendo de los huracanes no ha regresado al estado- Bush insistió en que su propuesta estaba dictada por cuestiones de seguridad interna e internacional.
En El Paso develó su intención de dedicar recursos suficientes para desplegar más agentes y montar las tecnologías más avanzadas a fin de construir un "muro virtual" con cámaras infrarrojas y bases de datos que los empleadores de mano de obra extranjera pue-dan consultar para asegurarse que no están contra-tando indocumentados.
Igualmente se refirió a la necesidad de alterar la norma según la cual los inmigrantes indocumenta-dos son detenidos y liberados casi de inmediato en Estados Unidos o en la frontera, lo cual les permite internarse o reintentar su ingreso, proponiendo en cambio una política de "remoción expedita" e inmediato reenvío a sus países de origen para los no mexicanos -previa modificación de las leyes migratorias estadounidenses- y de "repatriación interna" hasta sus comunidades de origen para los mexicanos, en contraposición, al artículo 11 de nuestra Constitución que consagra el libre tránsito en territorio nacional.
En Tucson el presidente Bush seleccionó la base aérea Davis-Montham a fin de recalcar su postura acerca de que una inmigración sin control pone en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos. En su discurso señaló que si bien su país es uno de inmigrantes, los estadounidenses no tendrían por qué escoger entre ser una sociedad hospitalaria o una de apego a las leyes.
Para evitarlo, además de llamar a los empleadores de trabajadores indocumentados a colaborar con este esfuerzo contratando sólo mano de obra gobernada por acuerdos claros, como el de trabajadores huéspedes, reiteró los contenidos de su propuesta de "Protección de la Frontera Americana".
No sólo se comprometió a dificultar aún más la entrada sin documentos a Estados Unidos mediante barreras físicas, patrullajes permanentes, cámaras, perros y todo tipo de controles, sino también al pronto retorno de indocumentados mexicanos a sus pueblos, por lejos que estén, a fin de que no puedan regresar a la frontera tan fácilmente, y a la detención de no mexicanos sujetos a un juicio de deportación, en centros cuya expansión se tiene prevista a fin de asegurar su presencia en la zona e impedir que mientras esperan su presentación en los juzgados, se internen en el país.
En el mejor espíritu "huntingtoniano", Bush concluyó que únicamente con este programa integral podrá defenderse la frontera, la libertad y la manera de ser y estilo de vida de los estadounidenses.
Esa es pues la doctrina, pero el texto no se queda ahí. Bush hace públicos algunos datos que plan-tean necesariamente la inquietud acerca de si el gobierno de México, en su deseo de congraciarse con una administración estadounidense con la que ha tenido varios desencuentros, ha violentado nuestros preceptos constitucionales.
Después de señalar que 85% de los inmigrantes indocumentados detenidos son mexicanos, y que aunque son escoltados a través de la frontera en menos de 24 horas, vuelven a intentar cruzarla, destacó el "éxito" de "un programa piloto" montado en el oeste del desierto de Arizona, mediante el cual 35 mil indocumentados fueron regresados a México por la vía de la "repatriación interna". Es decir, fueron transportados por avión a una ciudad mayor y de ahí llevados en autobús a sus comunidades de origen, lo que hizo que el año pasado sólo 8% de ellos fueran descubiertos tratando de cruzar nuevamente, una cifra muy inferior a aquella referida a los indocumentados que son simplemente escoltados a través de la línea fronteriza.
Las preguntas concretas tienen que ver, enton-ces, con temas fundamentales: ¿cómo se hizo esa repatriación?, ¿a través de qué medio?, ¿quién la pagó?, ¿cómo se negoció?, ¿participó el gobierno de México?, ¿los gobiernos locales?, ¿se respetaron las garantías individuales de los repatriados, incluida la del libre tránsito?
Bush justifica su propuesta con el argumento de que "Estados Unidos es un país de leyes", ¿debe-mos sacrificar las nuestras para que esa presunción siga vigente?
Por Rosario Green
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