Nuestro gobierno ha puesto el tema en la agenda. Cuando me llegaron varias solicitudes de entrevista, contesté que no tengo formación médica ni biológica. Era sincero pero intentaba evadir una pregunta compleja y desestabilizadora sobre la vida y la muerte. Nuestra sociedad la plantea de una manera nueva y radical y exige una contestación rápida. Mi primera y primaria reacción es decir que el fin no justifica los medios, que no puedo bendecir la eutanasia activa, pero que estoy en contra de la necedad terapéutica que retrasa la muerte inevitable, utilizando todos los recursos de la tecnología para prolongar artificialmente una vida que no es vida.
La bioética es una ciencia que intenta resolver los problemas de conducta, de acción que surgen con las nuevas tecnologías que afectan directamente la vida humana, tanto al principio (la concepción), como al final (la muerte). Como su nombre lo indica, se encuentra frente a las inéditas cuestiones éticas que plantea la biología en su marcha: procreación médicamente asistida, experimentación a partir del embrión humano, manipulación del genoma huma-no, eutanasia, suicidio asistido, trasplante de órganos.
Nuestros recursos conceptuales son muy limitados para evaluar las implicaciones morales de la "nueva medicina". Ni hay acuerdo científico sobre el inicio de la "vida humana": ¿ocurre en el instante de la fecundación?, ¿de la implantación?, ¿de la estimulación?, ¿del nacimiento?, ¿después? Hubo, hay sociedades que aceptan el infanticidio, es decir, la destrucción del recién nacido y con-sideran que la "vida" verdadera empieza varios meses después de la salida del vientre materno. ¿Vamos a escoger el sexo, el color de ojos y otros elementos en el catálogo de bebés? Los gerontólogos trabajan de su lado con entusiasmo para prolongar la vida humana hasta los 120 años y más.
Obviamente esas tecnologías son admirables y nos dejan atónitos con su fabuloso potencial de bien o de mal. Frente a los científicos, a los especialistas altamente calificados, frente a los cirujanos y a los médicos, ¿qué puede decir el hombre (la mujer) común como usted y yo? ¿Recurrir a sus recuerdos, a sus reflejos morales, los que enseñan las tres grandes religiones monoteístas?, ¿los que el cristianismo enseña en sus Escrituras y en la Tradición que los ortodoxos consideran como santa? No nos darán respuestas inmediatas sobre el uso de nuevas tecnologías específicas, pero nos ayudarán a orientarnos en ese nuevo, asombroso y terrible laberinto.
Según el judaísmo, el cristianismo, el islam, toda investigación, todo trabajo, toda intervención sobre el ser humano, todo tratamiento del enfermo en fase terminal, debe respetar a la persona creada "a imagen y semejanza de Dios". En la sociedad actual relativista, ese tipo de afirmación resulta descalificada por muchos, como reaccionaria y absurda.
Pero, incluso sin ser musulmán, judío o cristiano, uno puede afirmar la existencia de valores y verdades absolutas; uno puede creer en la necesidad de juicios morales.
Ahora bien, y eso subraya la novedad compleja del problema, ni los cristianos están de acuerdo (por lo menos hoy) sobre la manera de interpretar las Escrituras y la Tradición de la Iglesia primitiva para resolver tales casos específicos.
Sin embargo, todos ustedes, queridas lectoras, estimados lectores, aceptarán que el potencial de las terapias innovadoras abre también la puerta a potenciales abusos: cuando las leyes del mercado rigen la economía de la salud, las prácticas médicas y la investigación, cuando se gasta más en conseguir y producir un Viagra (y su equivalente para las mujeres) que en la lucha contra el sida, todo se puede esperar y temer.
No me alejo del tema de la eutanasia, del tratamiento de los enfermos incurables o en fase terminal. En un mundo que no encuentra el sentido de la existencia, más allá del confort y de la diversión, el sufrimiento del dolor físico o emocional es designado como el penúltimo enemigo por derrotar antes de vencer a la muerte. Por lo tanto, la única actitud razonable y caritativa es eliminar el dolor por todos los medios existentes (apruebo, no vayan a pensar que predico el dolorismo redentor o expiatorio), pero el paso siguiente es la eutanasia de los minusválidos, de los "bienaventurados", de los que se encuentran en el umbral de la muerte. En alemán "eutanasia" se dice "la muerte de gracia", como el tiro de gracia... Aceptar el tiro de gracia, caso por caso, ¿quién se negaría a hacerlo? Pero legalizarlo sería abrir la caja de Pandora.
Otra vez intervendrían, intervienen ya la ley del mercado, las consideraciones económicas. En ciertas sociedades tradicionales amenazadas por la precariedad de los recursos, así como se eliminaba al infante debilucho, se eliminaba al anciano improductivo e inútil (vean las películas Los dientes de hielo con Anthony Quinn, o la japonesa Balada de Nayarama).
En nuestras sociedades de abundancia y consumo, no es la escasez de alimentos, sino el costo que nos puede llevar a poner fin a la vida humana en cualquier momento. Sabemos que un cáncer puede acabar con el patrimonio de una familia acomodada, incluso cuando se cree protegida por todos los seguros. ¿No sería más razonable darle el tiro de gracia a mi nieto con severo retraso mental, al abuelo que chochea, a mi madre que sufre Alzheimer? Sería caritativo para la familia que carga -carga material y emocional- con la educación del minusválido, con la guardia del enfermo de Alzheimer, con el canceroso desahuciado. Y cívico, cuando es la sociedad, en sus hospitales públicos, escuelas, instituciones, que asume el costo financiero. Sin hablar de todos los órganos que se podrían trasplantar. Pura ganancia.
Tal es el razonamiento impecable que ha engendrado el nuevo eugenismo en Europa, EU, Asia, el cual no es muy diferente del eugenismo de principios del siglo XX, el mismo que practicaron los nazis, y muchos más. En mi ignorancia supina, me quedo con este Pablo que algunos llaman San Pablo y que dijo a los Romanos (3,8) que no se puede afirmar: "Hagamos el mal para que venga el bien".
Por: Jean Meyer
1 comentario:
Yo estoy a favor de la eutanasia, siempre y cuando la persona que la pida esté sentenciada por una enfermedad de la cual no pueda salir. Deberíamos poder decidir sobre nuestra vida en tales circunstacias. Te recomiendo la peli española "Mar adentro", si no la has visto te impactará...
Claro que puedes linkearme si es tu deseo y gracias mil por tu visita y tu comentario.
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