Washington y México han ampliado y profundizado su interacción militar en asuntos de seguridad transnacional en operaciones de antiterrorismo y antinarcóticos, según nos enteramos por un informe rendido ante el comité de servicios armados del Senado norteamericano por el almirante Timothy Keating, jefe del Comando del Norte. Esperamos que, asimismo, el Senado mexicano esté bien informado del asunto.
Por supuesto, hay problemas de seguridad de alcance internacional que deben ser combatidos mediante la cooperación organizada de las naciones. En el caso de México, como en el de Estados Unidos, el requisito es que el Poder Ejecutivo cumpla con las formalidades de enterar al Senado de la República y, en lo que corresponda, obtener la autorización del Congreso.
Keating responde a la preocupación estadounidense por la seguridad y, al informar de ello, nos revela cómo sobrevuelan la zona fronteriza y ayudan a nuestras fuerzas armadas. "para establecer capacidades que los apoyen en sus esfuerzos de seguridad". ¿En qué condiciones hemos cedido parte de nuestros privilegios y obligaciones? debemos preguntar al gobierno del cambio. También el almirante Keating explica cómo elementos a sus órdenes ayudaron a la detección de casi 40 túneles que cruzaban por debajo de la frontera, logro que hasta ahora nos habían hecho creer que era mérito de nuestras fuerzas de seguridad.
En fin, que gracias a que el Senado de Estados Unidos sí es detalladamente informado de lo que hacen sus fuerzas armadas, nos enteramos de paso de cómo las nuestras son comprometidas en estos menesteres.
Keating, marino que habla sin rodeos, expone crudamente cómo "la falta de seguridad, estabilidad y en algunos casos la poco efectiva vigencia de las leyes, territorios mal gobernados y fronteras porosas dan otra dimensión a los problemas". Imposible no estar de acuerdo con él, aunque no nos guste la descripción.
La interdependencia de México y Estados Unidos se explica por la vecindad y por una vasta comunidad de intereses, aunque nuestra identidad cultural sea con América Latina.
Tal vinculación ha hecho que México se desentienda de hacer fuertes erogaciones en armamento, confiado en que se encuentra bajo el ala protectora del águila calva. Cualquier agresión a México es automáticamente una amenaza a nuestro poderoso vecino del norte. Sin embargo, cualquier acción de nuestras fuerzas armadas en el campo internacional tiene que ser sancionada por el Senado de la República, y de ella debe enterarse puntualmente a la opinión pública.
Hasta ahora, las operaciones tienen motivos plausibles, pero podría no ser así. Estaríamos en grave riesgo si no sopesamos las consecuencias de nuestras acciones.
Pero, sobre todo, tenemos una Constitución a la que ceñir nuestras decisiones, según lo protesta el Presidente de la República al tomar posesión de su cargo.
Estamos por dar a la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico toda la fuerza posible, solos y en cooperación con nuestros aliados extranjeros. Pero también está en primer lugar, para nosotros, nuestra propia seguridad nacional, y eso incluye la que proviene de cualquier intento de interferencia en nuestras instituciones.
Demos su lugar al Senado de la República y reiteremos nuestro respeto a la sociedad civil con toda la información pertinente, no con vagas alusiones a lo que se hace. No se puede luchar contra los delincuentes al margen de la ley. Ese solo hecho lo descalifica todo.
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