En 1996, en lo que fue la primera contienda abierta para elegir nuevo presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática, se enfrentaron, en una feroz competencia interna, Andrés Manuel López Obrador, Heberto Castillo y Amalia García. Como todos saben, el tabasqueño resultó el ganador absoluto en esa elección interna pues contó con el apoyo decidido y completo del todavía "jefe máximo" del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas.
Durante los previos a las elecciones perredistas de ese 1996 la etapa proselitista para buscar el voto del perredismo nacional, la guerra verbal que emplearon los tres contendientes a la dirigencia nacional del PRD provocó serias grietas en la estructura de ese partido, lo que urgía una reconciliación. Habilidoso como es, Andrés Manuel López Obrador buscó y buscó hasta casi perseguirlos, a Heberto Castillo, hoy desaparecido, y a Amalia García, hoy gobernadora del estado de Zacatecas. Ni uno ni otro de los derrotados respondieron al llamado, se decían agraviados por las prácticas políticas del tabasqueño.
Al no recibir respuesta, el electo presidente del PRD buscó de manera personal a Heberto y Amalia. Por separado, se presentó con viandas y una botella de vino a la puerta de sus respectivas casas. "Vamos a platicar", les dijo, casi suplicando.
Hablaron y hablaron, y al final les ofreció garantías, respeto y espacios en el nuevo Comité Ejecutivo Nacional por arriba de lo que les correspondía. Al final de cuentas Heberto Castillo y Amalia García decidieron colaborar con López Obrador como presidente del PRD.
La historia viene a cuento porque casi una década después, el mismo López Obrador hoy convertido en el precandidato único del PRD, se dio a la tarea de buscar y buscar a Cuauhtémoc Cárdenas, el otrora líder real del PRD al que prácticamente echó del partido. Hace unos días consiguió finalmente la anhelada audiencia.
No sabemos si López Obrador se apersonó con viandas y con una botella de vino, pero sí sabemos que hace pocos días se reunieron AMLO y Cárdenas, que platicaron y platicaron, y que al final López Obrador habría conseguido, de Cuauhtémoc Cárdenas, la promesa de compromisos fundamentales para su campaña presidencial.
Que Cárdenas no abandonara el PRD, que Cárdenas no se presentara como candidato presidencial para la contienda de julio de 2006, y que Cárdenas se sumara a la candidatura presidencial de López Obrador. El anuncio lo hará el propio Cuauhtémoc Cárdenas, en tiempo y forma a decidir por el tres veces candidato presidencial. Pero como en política nada es de gratis, López Obrador prometió, a su vez, que todos los cuadros cardenistas y el propio Cárdenas serían respetados, que tendrían espacios en el Congreso a renovar en julio de 2006, y por supuesto en su gobierno, si es que gana la contienda presidencial de 2006. En pocas palabras, que AMLO no barrerá con el cardenismo si es que llega a la Presidencia de la República.
Por extraño que parezca y a pesar de la presunción de muchos, el acuerdo y la negociación no habrían incluido al Distrito Federal. López Obrador habría mantenido con vida, política, a su delfín, Marcelo Ebrard, lo que supone que por lo menos en ese presunto acuerdo Cuauhtémoc Cárdenas no habría metido la mano ni a favor ni en contra de los dos precandidatos a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Pero también se logró saber que Cárdenas podría aparecer en apoyo a la candidatura de Jesús Ortega, una vez anunciada la reconciliación con López Obrador, porque al final de cuentas, y a pesar del acuerdo alcanzado, Cárdenas no cederá en su rechazo a Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard Casaubón.
Pero el acuerdo que habrían alcanzado López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas no se habría quedado en eso. Incluye que el CEN del PRD reservará para Cárdenas "todas las posiciones que quiera en el Congreso", es decir, en las cámaras de Diputados y Senadores, porque López Obrador llegó a la conclusión de que la reconciliación con su padre político "vale más que cualquier otra cosa en el partido". Tampoco termina en eso la historia. El compromiso se extiende a que con el aval de sus dirigencias nacionales y del propio Cárdenas, los partidos del Trabajo y Convergencia se sumarían a la candidatura presidencial de López Obrador.
A este respecto, y de hacerse oficial el reencuentro de López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas, y el apoyo a la candidatura presidencial del tabasqueño por parte del tres veces aspirante presidencial, habría terminado en un monumental engaño para todos la cacareada Coalición Ciudadana Nacional por la Transición Democrática con Justicia y Unidad, que con bombo y platillos de por medio anunciara Cárdenas semanas atrás, pues son muchos los que aseguran que esa naciente agrupación sería engullida por la candidatura de López Obrador.
Por lo pronto, el Partido de la Revolución Democrática ya inició la selección de sus "precandidatos" a diputados, senadores y gobernadores, y se confirmó lo que adelantamos aquí hace casi dos meses: que dos tercios de los lugares a disputar serán reservados para aspirantes externos, es decir, recomendados por el primer círculo de Andrés Manuel López Obrador y sus amigos, otro tanto será reservado para Cuauhtémoc Cárdenas, al que el ahora jefe del PRD le dará todo lo que pida.
De los lugares que queden disponibles para diputados y senadores, menos de un tercio del total de candidaturas, serán disputados por las tribus del PRD. En enero ese partido arrancará sus candidaturas, ya con todos sus candidatos designados, desde el presidencial hasta el más modesto alcalde, pasando por diputados, senadores, jefes delegaciones y diputados a la Asamblea Legislativa.
En el camino Hay versiones de que Alejandro Encinas estaba por ordenar el retiro de los manifestantes del IMSS que bloquearon Tlalpan durante muchas horas. Pero vino el regaño del ex jefe de Gobierno, López Obrador, quien ordenó que no se tocara a los sindicalistas del Seguro Social. ¿Por qué? Porque los líderes de ese sindicato son sus aliados. Y tan son sus aliados, que el líder del SNTSS, Roberto Vega Galina, ya le garantizó muchos miles de votos a López Obrador a cambio de protección. Es decir, que el señor Vega Galina ya fue palomeado como candidato a senador por el PRD. Y bueno, como a Alejandro Encinas no le importan los ciudadanos, sino sólo los votos de su jefe, dejó que la protesta afectara a millones de capitalinos.
¿Pero de qué se quejan todos los que ayer mentaron madres por el caos vial? ¿Qué no votaron por ese gobierno? O habrá que recurrir a una variante del clásico: "Cada pueblo tiene al gobierno que eligió"...
Y a propósito de los candidatos palomeados por el PRD a ocupar un asiento en San Lázaro y a la casona de Xiconténcatl, también el gremio periodístico hará sus aportaciones. Resulta que ya son seguros los lugares reservados para los periodistas Ricardo Rocha y Miguel Ángel Granados Chapa. El primero tiene un asiento seguro en la Cámara de Diputados y el segundo en el Senado, en donde por cierto compartirá un lugar con el también hidalguense José Guadarrama, a quien apodan El Mataperredistas. Los milagros de la fe.
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